El raboveja
El 30 de noviembre se celebra esta fiesta actualmente desaparecida. La gente debía pagar un pequeño impuesto por cada oveja, dinero con el que se pagaba la fiesta y se les permitía pastar en la Dehesa. Las familias se reunían frente al Ayuntamiento o en uno de sus salones y merendaban en corrillos. El Alcalde obsequiaba a cada persona adulta con tres tragos de vino que se tomaban en unas grandes tazas de plata que tenían casi medio litro de capacidad. Así la describe Anastasio González: “ Exclusiva fiesta profana de Valdeavellano y Sotillo es la del Raboveja en la tarde del 30 de noviembre. Los padres o abuelos, provistos de abundante merienda, concurren con sus hijos y nietos a la Sala Consistorial, juntas las familias en animados corrillos se merienda placenteramente, ordenando al respectivo Sr. Alcalde, el servicio de tres tragos de vino en tazas de plata de cabida de medio litro, y que la Corporación costea mediante un pequeño impuesto a cada res lanar por el aprovechamiento de pastos en la dehesa”.
 
Las Iluminarias
Es una fiesta que se celebra en todo el Valle, con un significado simbólico de fecundidad, para que los mozos y mozas comenzaran el noviazgo y para que las embarazadas tuvieran un buen parto. En Valdeavellano se celebraban la madrugada del 24 de enero, día de Nuestra Señora de la Paz, y el último domingo de mayo. En enero las mozas llevan a la espalda un haz o dos de estepas que han sido cortadas por mozos, leña que enciende una vez rezado el rosario y bailan en torno al fuego hasta la media noche. Se solía hacer o en la plaza o en el atrio de la iglesia. Si alguna estaba embarazada se llevaba unas cuantas brasas para que su embarazo tuviera un final feliz. Y con los restos de la hoguera se hacía cisco para el brasero del Hospital o del Ayuntamiento. En mayo también se enciende una hoguera coincidiendo con la primera comunión de muchos niños. En Sotillo del Rincón se celebra el 31 de agosto, día de San Ramón Nonato, pagando las embarazadas una misa y ofrecen un cesto con la base rota que es quemado en la hoguera que encienden los jóvenes y en torno a la que bailan y cantan. En Villar del Ala es el último fin de semana de agosto llamándose la Candela y reuniéndose los vecinos después de cenar en la era. Bailan alrededor de una hoguera al son de la dulzaina y el tamboril. Tomando el texto de Anastasio González la describía así: “ De uso común son las Iluminarias, pero como de mayor fama las de Valdeavellano; Sotillo y Villar. La del primero se celebran el 24 de enero por la noche y si la crudeza del tiempo lo impide se traslada a la noche del último fin de semana de Mayo. Las mozas del pueblo, no estando de luto, conducen a la espalda un haz de estepas arrancadas por los mozos, o dos, si hicieron promesa, cada moza. La encienden después del rosario nocturno presidiendo el Ayuntamiento; al son de buena música de cuerda bailan las parejas alegremente a su alrededor hasta la media noche, y con el rescoldo se hace cisco para el hospital y brasero de la Secretaría del Ayuntamiento. Algunas mujeres al retirarse llevan un tizón para salir felizmente de su cuidado las embarazadas, pues les atribuyen tal virtud por la intercesión de Nuestra Señora de la Paz”.
Otras fiestas ya desaparecidas
Hay otras tres tradiciones que prácticamente han desaparecido y realmente no podemos denominarlas fiestas. Una de ellas son los trasnochos, o trasnochadas, en la que las mujeres se reunían por la noche frente al fuego, cosían y se contaban historias. Anastasio González así lo describía: “ Otra costumbre es la de los trasnochos. Después de cenar se reúnen las mujeres de la vecindad hasta las doce, al amor de la lumbre en la amplia cocina o en una habitación al braserillo durante la estación invernal; unas cosen, otras hilan o devanan los filamentos de su cosecha de lino, la luz la pone una cada noche, por turno; al reunirse se preguntan recíprocamente si han tenido carta o noticia del marido ausente; luego se reza el Rosario y se llega a la hora de retirarse para cuidar las vacas y ganados antes de acostarse los dueños. En estos trasnochos se rememoran sucesos antiguos tradicionales que en nuestra niñez escuchábamos, como suele decirse, con la boca abierta. Hoy que la industria presenta ventajosamente los tejidos de lino, y con tener cada vecino en su casa luz eléctrica, van cayendo los trasnochos en desuso”. Otra tradición era la de quitar la leche que dejaba la gente al fresco en la ventana. También el mencionado escritor la comentaba: “Puede decirse que también tiende a desaparecer la costumbre de quitar la leche de las ventanas y balcones, donde en limpias vasijas las ponen las mujeres al fresco por el verano para que nate mejor, robo cometido por los mozos consentido y hasta celebrado por las interesadas si se trata de una sola vez, pero en tiempos actuales acaso no guste tal broma si, por la repetición, constituye abuso”. >Otra costumbre en desuso tiene que ver con las novias que se iban a casar: “Acaso también se vaya borrando la costumbre de poner el día de la boda a la novia y como distintivo, largas y vistosas cintas de seda sobre el rizado pelo colgante en entrelazada trenza. Por último mencionar algunas tradiciones ya desaparecidas definitivamente como las “cristeras”, las “cencerradas” o “albadas” y las “rondas nocturnas”.
La banda de Música
En los años 1926 al 1928 se creó la que se denominó Banda de la Paz. Varios jóvenes de Valdeavellano con inquietudes musicales crearon esta banda bajo la dirección del entonces sacristán organista de la parroquia D. Anselmo de la Concepción. El 1929 ya estaba formada la banda que tenía los siguientes instrumentos: cornetín, violín, clarinete, bombardino, caja, trombón, saxofón, bajo, platillos y bombo. Tocaba piezas para fiestas de la localidad y de los pueblos de alrededor. Poco a poco, a medida que sus miembros iban marchando del pueblo, la banda se fue extinguiendo.

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